miércoles, 23 de abril de 2008

Beautiful Losers

En el dinner el cartel de neón chilla de bichos ciegos. Polly, la enfermera, revuelve su sueño en un café hondo, mientras en la calle la noche marcó tarjeta y va a cumplir horario completo. "Un café por favor". Siempre el mismo lugar, no siempre la misma gente aunque a las 4 de la mañana la gente pueda parecer siempre la misma. Abandonados, acobardados, perdidos, cansados, sucios, malditos insomnes sin pastillas en el baño.
El asiento largo de cuerina es alto, es perfecto, es el escondite ideal para la escondida pero no hay nadie contando hasta cien ahora. En realidad no hay nadie haciendo demasiado: la tele muda repite noticias iguales en un collage de choques y catastrofes, el humo ocupa el lugar del acompañante, la jarra de café se recalienta en continuado, Polly apoya la cabeza contra el vidrio.
El gimnasio de enfrente sigue abierto con la puerta entornada. Matt no podía tardar mucho más en salir por esa puerta. Por sus manos, por sus miradas siempre a dos centímetros al costado de su cara, por su soledad, siempre iba a ser un boxeador como ella una enfermera. Todos de paso, siempre la misma persona para curar, siempre la misma persona para golpear.
¿Qué fue lo que le gustó de él otra noche de invierno? entró, se sentó, apoyó su bolso de cuero roto y pidió. La camarera le sirvió el café y le hizo un mimo en la cabeza, el se dejó. ¿Eso fue? "que perdida estoy" pensó, "cualquier mascota me enternece".

2 comentarios:

Panza y Crianza dijo...

maravilloso! que relato intenso, aspirable, vivible desde el otro lado, como cinematográfico, más que palabras me resultaban imágenes, y mundos tan bien planteados!!! esas vidas solas, mágicas, oscuras, personajes llenos de mundo interno, hasta la camarera. Lo emblemático de los bares, de esos sitios para reunirso con uno mismo, los que viven cuando los demás dormimos. Los que están del otro lado, los locos más cuerdos, los que curan y los que enternecen...
maravilloso!

Yuyo dijo...

Excelente!